MI CANCION ES PARA TI

 c1 por ti.

El mes de septiembre se paseaba por mi vida con esa tranquilidad que dan los días calurosos de final de verano, allí donde los naranjos cargados aún conservaban su olor dulzón y bello. El sol jugueteaba entre las ramas de los tres inmensos eucaliptos dando un color especial a los azulejos de los viejos bancos que naturalmente en aquel entonces no eran motivo de ira para los jóvenes nocturnos.

Las ventanas del convento de clausura que encerraba las perlas azules escondidas de las miradas profanas y que yo veía a medias en el torno cuando les dejaba comida, se abrían a la alamedita que había frente a la casa de la abuela aunque con celosía labrada en madera que durante años y años permanecían siempre cuidadas por manos delicadas. Seis bancos de azulejos sevillanos eran testigos de ese partido de fútbol que siempre se celebraba en el rincón exterior del convento y allí bajaba con medio hacer la digestión del almuerzo rico, natural y sabroso que siempre se preparaba en la gran cocina familiar. Carrera por estar junto a él en aquel partido muchas veces parados por peleas de niños entre el «si ha entrado» y el «no es falta» y la presencia de la autoridad municipal pues un cartel «Prohibido jugar a la pelota» colgaba de la pared y carreras cuando se veía el gorro blanco, carreras y carreras hacia la iglesia de Santiago, o Las Angustias, o el portal de Doña Blanca.

Quizás era lo que buscaba, porque cuando era la hora de pelota no había forma de estar con él. Carreras para escondernos detrás de una puerta, mientras había peligro. Y con ello la intimidad que nos hacía recordar que éramos dos pero uno, un corazón en dos partido… dos, uno… pronto uno para siempre.

Manos perdidas en el claroscuro de la casa-puerta, reja de buena forja con año de nacimiento en metal dorado. Olores a plantas recién regadas, sombras conseguidas por toldos en la azotea, penumbras, sentimientos y amor. Y esquina detrás del marco de portón recién pintado, cristales grabados por manos expertas, bello trabajo de artesanos. Y entre sombras y plantas, cristales y mármol blanco en los suelos escamondados por manos que con espaldas curvadas sacaba el nácar a relucir, brillo a mano, sudor de frente cuando la edad ya no deja hacer. Pero allí estaba el ambiente propicio, escondido y amoroso de nuestro encuentro entre tiempo muerto para que pasara la autoridad.

Que si se sentía? demasiado diría yo, era un sentimiento doloroso a veces, querido algunas, vigilado otras, pero nunca negado. Un sentimiento que se dejaba en suspiros en las penumbras, entre los balcones de rejas y cortinas de crochet, las paredes blanqueadas, hierros de verde luz, pilistrias lustrosas… qué de cosas ¡¡

Y sucios de besos, asomábamos la nariz para ver si había pasado la autoridad y pobre de mi ¡¡¡ ya se había ido y el partido comenzaba de nuevo, allí sentada en un banco me quedaba desesperada en la espera…. ya falta menos.

Y hoy ante la simple vista de un viejo banco, mármol sucio, tirado en un jardín desolado, sin plantas, solo tierra pobre, sin vida, ni aire, oscuridad de los años; he vuelto a ver mis seis bancos de azulejos sevillanos, bellos, azules, ningún arañazo…. y los ojos azules del ángel que mi corazón tan joven me había robado.

** Dedicado a quien mi niñez enamoró y el corazón llenó de amor hasta los días presentes, mira que han pasado años ¡¡, pues está aquí, a mi lado, me susurra al oído: estoy siempre aquí.

20/11/2008 DAMADENEGRO

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